Cuando Corea del Norte invadió Corea del Sur en 1950, Estados Unidos respondió de inmediato, liderando la intervención de las Naciones Unidas para contener la agresión. El país desplegó más de 1.7 millones de soldados a lo largo del conflicto, convirtiéndose en el mayor contribuyente del esfuerzo internacional.
Las fuerzas estadounidenses participaron en batallas clave como la defensa del Perímetro de Pusan, el desembarco en Inchon y la dura resistencia durante la ofensiva china en el norte. Su presencia fue fundamental para evitar la caída de Corea del Sur y mantener la estabilidad en el este de Asia.
Además del componente militar, Estados Unidos suministró una gran parte del apoyo logístico, aéreo y naval durante toda la guerra. Su liderazgo consolidó una alianza con Corea del Sur que persiste hasta hoy en defensa, comercio y diplomacia.